Se conocen por Tinder, matchean, se encuentran, se gustan. Se buscan en redes sociales, se favean los tuits, intercambian números de WhatsApp, vuelven a salir, suben fotos juntos a Instagram. Todo va bien, hasta que una mirada de hastío, una respuesta indiferente o un desacuerdo fundamental marcan el fin de la relación. Alguien manda un mensaje ominoso: "Tenemos que hablar", bloquea a la otra persona en redes, reinstala Tinder y todo vuelve a empezar.