Faltan tres días para que las calles se llenen de corazones, y los corazones de besos y regalos. Llega S. Valentín. Pero la tele; es decir, la telebasura lo pone en nuestro comedor y dormitorio todos los días del año, a todas las horas. Una mirilla con poder y sin pudor. Una televisión barata en su producción, cutre en sus contenidos, obscena en sus emociones.